El tren avanza a buen ritmo. Se detiene en algunos puntos para darle paso a los trenes que vuelven de Aguas Calientes. El paisaje muestra paulatinamente el cambio que se da entre la sierra y la ceja de selva. Se va pasando de la flor morada de los andes a diversas especies de árboles que dejan caer largas lianas desde su altura. El río se vuelve paulatinamente más caudaloso y poderoso, tiene el color marrón, similar a un milo con leche. En el camino puedo apreciar diversas ruinas incas. Algunas sirvieron de almacenes, otras son un trabajo de andenería colosal utilizado hasta el día de hoy.
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