domingo, 16 de enero de 2011

La diversidad

Luego de bajar del tren, nos dirigimos a comprar el boleto de regreso y pagar el derecho de ingreso a Machu Picchu. Para los peruanos el ingreso cuesta sesenta y cuatro soles; para los estudiantes peruanos la mitad. Buscamos un lugar en donde almorzar, se hacía necesario. El menú nos cuesta diez soles. Parece que este lugar no es tan caro como nos habían dicho.  Después de almorzar hallamos un hotel cómodo, con agua caliente y televisión. La habitación doble nos costó tan sólo cincuenta y cinco soles.

Aguas Calientes es única. La mayor parte de los negocios tienen publicidad en ingles. Hay una gran cantidad de turistas. El dejo argentino y chileno es predominante. El acento de los gringos también se hace común. La gente es bonita, diversa y muy joven. Veo muchas parejas de muchachos. Muchos parecen ser novios o, en todo caso, se les ve muy enamorados. Otros parecen estudiantes que viajan en grupo. Hay también lindas familias. Algunos viajan solos pero se les nota contentos. Viajar solo tiene un encanto: la libertad de elegir el camino ha seguir, sin consultar. Me llamó mucho la atención un muchacho que viajaba con un perro dálmata, de tan sólo tres meses, me contó que siempre viaja con él: era su mejor amigo. La gente se saludad fácilmente. Conversé con muchos sin antes haberlos conocido. Parece que el ambiente turístico contagia a todos, nadie desconfía del otro. Vienen a lo mismo: conocer la ciudad sagrada de los incas.

 El nombre del poblado de Aguas Calientes se origina en las aguas termales de origen volcánico. Era imprescindible darse un chapuzón.

Nada “fashion”, me compré un short de fútbol, con un grande y horrible número tres. Así me di un chapuzón entre turistas de diversas partes del mundo. Creo que les gusto mi moda deportiva, o quien sabe, mi conchudes. Hay en los baños termales diversas piscinas, varían en tamaño y temperatura del agua, el costo de ingreso para los peruanos es de cinco soles. El paisaje es espectacular. Las piscinas se ven diminutas dentro de la enorme vegetación y el vertical monte  parece caer encima de uno. La vista se entretiene, hay gente muy linda en este lugar. Ya luego de hora y media en la caliente agua, decidí retornar al hotel. Me di un duchaso, sería un crimen que en un Hotel de Aguas Calientes no haya agua caliente. Por suerte, mi lógica fue acertada y me di una deliciosa ducha tibia. Salí a cenar. Mañana será otro día…Así hablo el viajero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario