sábado, 15 de enero de 2011

A veces uno busca fuentes de financiamiento poco ortodoxas y por demás arriesgadas. Esta vez resultó. Una hermosa combinación de indios y toros con multiplicadores luminosos, hizo que la maquina empiece a sonar estruendosamente. El viaje del día siguiente estaba financiado de manera aleatoria.

A las seis de la mañana del día 10 de enero de 2011, encontré un corazón contento, pero un estomago algo resentido. El pepperoni, de una pizza, había disgustado mis  entrañas. Me levanté con algo de malestar. Por suerte, el entusiasmo fue tan intenso que tuvo efectos medicinales. Dos horas después, estaba en el Aeropuerto Internacional “Jorge Chávez”.

Tuve una agradable sensación al ver la gran cantidad de público y turistas. Lo que años atrás era propio de aeropuertos de las grandes  ciudades, hoy lo podía ver en Lima. El vuelo se retrasó veinte minutos debido al intenso tráfico aéreo. Acaba de descubrir que en Lima, el tráfico es intenso, hasta en el aire; dejó de ser exclusividad de las vías terrestres.

Último llamado a los pasajeros del vuelo Lan 503, con  destino a la ciudad del Cusco, pasajeros abordar por la puerta número doce. La gente se puso de pie y, con inusitada rapidez, empezó a dirigirse a la puerta de ingreso. La ansiedad los hacía parecer inseguros. Una señora me habló en inglés. Entendí que me pedía que retire la cuerda de un pequeño y antiguo reloj, con la finalidad de poner la hora peruana. El artefacto estaba tan duro que previo un “sorry” fue devuelto a la anciana; tuve temor de dañarlo. Lástima que no pude ayudarla y menos explicárselo. Siempre estuve divorciado del idioma inglés. Me parece una lengua antipática, utilizada por gente simpática.

La nave era un Airbus A310. El ser humano ha creado cosas hermosas. Entre ellas, los aviones. El deseo de volar hizo que la inteligencia del hombre se plasme no sólo en un aparato volador, sino en la belleza misma. Se dice que la arquitectura es ciencia y arte. Yo considero que la ingeniería aeronáutica y el trabajo de sus diseñadores, es más arte que ciencia. Las aves creadas por los hombres son tan bellas como las aves creadas por Díos.  

Se dice que la cabina está presurizada, sin embargo, cuando los motores calientan, se puede percibir el olor a combustible quemado. Es tan agradable estar en un avión: me gusta volar. La sensación de la aceleración previa ha salir disparado por los aires, es verdaderamente placentera. El temor natural en el momento del despegue es extrañamente agradable. Abajo, Lima, mi ciudad natal ¡Hermosa desde la gran altura¡

Han pasado algunos minutos y la nave empieza ha virar hacia la izquierda, adentrándose en el inmenso Perú. Mi país es un bebé grande o más precisamente un país adolescente, tal como lo llamara Luís Alberto Sánchez, el notable maestro universitario.

Conforme la nave avanza, puedo ver ríos agonizantes que luchan contra la sed del desierto. Como pequeñas cicatrices, van trazando una tenue marca verde que se desliza y proyecta por los valles costeros, buscando la mar. A la distancia, una blancura se divisa, son los picos nevados ¡Qué imponentes son¡ Los antiguos peruanos pensaron que las montañas tenían alma. Los Apus eran sus protectores. Así los llamaban. El hombre siempre ha sentido fascinación por sus montañas. Los griegos tienen sus dioses residentes en el Olimpo.

Señores pasajeros, les habla el capitán de la nave, dentro de diez minutos estaremos aterrizando en la ciudad del Cusco, gracias por volar en Lan. Mi curiosidad me hace siempre escoger un asiento junto a la ventanilla. He volado muchísimas veces, sin embargo, cada vez que lo hago, es como la primera vez. Una curiosidad casi infantil, me permite ver montañas con vivo verdor, cubiertas con árboles que parecen ser eucaliptos. Diviso, desde la altura, casitas de color arcilla, parecen de juguete, son similares a las casitas miniaturas de barro que se venden como souvenirs a los turistas. El piloto efectúa algunas maniobras y el Airbus A310 se posa suavemente sobre la pista, como una mariposa: aterrizaje perfecto.  Bajando del avión procedo a las fotos de rigor. ¡Cusco es lindo¡

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